Módulo 1, Tema 1
En Progreso

12 Ya no hay excusas, es la hora de la Santidad

FAF Paraguay 01/03/2023

Otra cualidad del federado de oro me parece ser la paz interior. Eso es importante sobre todo para la mujer. Así puede ser el verdadero centro del hogar, el centro en torno al cual gira toda la vida de la familia. Una auténtica madre ha conquistado e irradia una profunda paz. Y qué gozo es encontrarse con personas que irradian esa serenidad, que son centros de paz en medio de un mundo agitado.

Y nosotros, ¿hasta qué punto hemos conquistado esa paz del alma? A muchos de nosotros nos cuesta todavía adquirir y conservar esa actitud. Tal vez nos dejamos presionar demasiado por las exigencias de la vida, de la casa, de los chicos, del trabajo, de la economía. Y los que trabajan fuera de la casa: al volver ya no les queda suficiente fuerza para mantener la calma y paciencia, para dominar los nervios e irradiar paz.

El hombre Light. Hagamos una breve mirada al hombre light. No conoce la paz del corazón. Porque ha perdido la brújula, esta confundido y desorientado ante los grandes interrogantes de la existencia. Por eso no es capaz de llevar una vida conyugal estable, asumir con dignidad cualquier compromiso serio. En lugar de una vida ordenada y armónica vive con estrés permanente, en actitud de dispersión, fuga y evasión. En una vida así es imposible encontrar serenidad y paz.

Paz con Dios. ¿Qué es paz? Según San Agustín es “tranquillitas ordinis”, es decir, el sosiego por ajustarse al orden establecido por Dios (1937 Santificación, 122). Para que pueda tener paz interior debo haber conquistado la armonía y la paz con Dios: saberme y sentirme hijo querido del Padre, entregarme filialmente a Él, girar en torno al deseo y la voluntad de Dios. “Inquieto está nuestro corazón hasta que descanse en Dios”, dice San Agustín en sus Confesiones. Es la paz que nos trajo Jesús: “paz a los hombres”. Y es, como sabemos, un fruto del Espíritu Santo, un regalo de nuestro gran huésped del alma.

Paz conmigo mismo. Quien se sabe en paz con Dios puede lanzarse a la difícil tarea de conseguir la paz consigo mismo. La división más profunda es la del propio yo. Por culpa del pecado estamos divididos por dentro, es algo así como una guerra civil ambulante: conflictos entre alma y cuerpo, hombre viejo y hombre nuevo, voluntad e instintos, razón y sentimientos, ángel y bestia. No aceptarme a mí mismo, rechazar mi pasado, no admitir mis debilidades, ser intransigente conmigo mismo – todo eso hace imposible la paz. Y es difícil estar en paz con Dios y los demás, si en mí mismo no hay unidad. Mi armonía natural es la condición para mi crecimiento sobrenatural, mi santidad. Tomemos en serio, por eso, la presencia del Espíritu Santo en nuestra alma y pidámosle que realice la obra de nuestra sanación y purificación natural. Sólo Él puede lograr la integración armónica de mi propia persona.

Hay personas que irradian paz. Sólo con entrar en su espacio vital, uno experimenta su tranquilidad que da profundidad a su vida. Son centros de paz en un mundo agitado. Nos recuerdan que las penas pasan y los triunfos se desgastan con el tiempo. Y que lo único importante es vivir la realidad cotidiana tal como viene, sin dejar que nada sacuda los pilares de nuestra serenidad.

Si queremos llegar a ser federados de oro, tenemos que luchar por conquistar la calma interior, la serenidad del alma, la paz del corazón. 

¿Qué estoy haciendo para conquistar más plenamente mi armonía interior, la serenidad de mi alma, la paz de mi corazón?

Queridos hermanos. Ojalá tengamos un gran anhelo de crecer hacia el ideal del federado de oro, el federado que le hace falta al nuevo milenio. Que el Dios Trino, nos ayude a superar totalmente al hombre light en nosotros. Que nos regale la gracia de conquistar una gran libertad interior, de dar testimonio de una auténtica alegría y de irradiar una profunda armonía y paz interior. ¡Qué así sea!