«Ordenación Sacerdotal de uno, Ordenamiento interior para muchos»

En la misa del jueves en el Santuario del Terruño, con motivo del 111er aniversario de Ordenación de nuestro Padre Fundador, el P. Fabrizio, quien la ofició, lanzó en su homilía un verdadero desafío.

A pesar de no ser sacerdote de Schoenstatt, demostró un claro entendimiento de la pedagogía y espiritualidad del P. Kentenich e hizo referencia a tres “pecados”, como él los denominó, por los que los schoenstattianos podremos ser reclamados en el cielo si los cometemos y, peor aún, si nos omitimos en ayudar a la comunidad a superarlos: la ingenuidad, la inseguridad y la ignorancia.

¿Suena extraño, no? Sin embargo, en otros términos, se trata de la integración de la personalidad que tanto estudiamos y a la que el Padre José da capital importancia para nuestra autoeducación.

La ingenuidad que nos hace perder la libertad y seguir la corriente porque todos la siguen; la inseguridad que por temor nos impide comportarnos con reciedumbre y la ignorancia que, por falta de formarnos seriamente nos impide ser fecundos apóstoles.

Al respecto, el P. Kentenich dijo en la conferencia “Para convertirnos en hombres nuevos” de 1941: “El hombre es una unitas multiplex, una unidad que admite varias facetas o estratos. Cuerpo, alma y espíritu (se refiere al intelecto) en un núcleo personal, en un portador. Se desarrollan según determinadas leyes. Lo hacen simultánea pero no uniformemente. Tienen además la tendencia a independizarse en la mayor medida posible. El cuerpo anhela transitar sus propios caminos y lo mismo pretenden el espíritu y el alma. Sin embargo tienen que permanecer en mutua relación, no tienen que separarse. El sentido de su desarrollo es madurar hasta alcanzar una totalidad orgánica…”

Catecismo básico schoenstattiano y que como tal debe estar siempre presente en nuestro día a día.

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